Bajar una estrella del cielo... el arte de lo incontrolable
"Un niño", me dijo Charlie con una sonrisa muy natural, bien dibujada en el rostro y con toda la seguridad que lo caracteriza cuando sabe con certeza lo que desea, pues hasta la mirada se le iba hacia arriba como si ya pudiera verlo, y hasta tengo la impresión de que apretaba la mano imaginando sostener la suya... aunque hasta ese entonces fuera sólo un deseo. "Si pudiera escoger el sexo de nuestro hijo me encantaría que fuera niño", "¿Qué te parece el nombre de Oliver?"- remató. ¡PUM! Mis párpados se abrieron involuntariamente más de los habitual y mi sonrisa en ese instante fue más forzada que que natural, el nombre de Oliver estaba bien, y la idea de un pequeñito en nuestro hogar me gustaba, pero definitivamente no me movía las entrañas de felicidad, no sentía ese calorcito en el pecho cuando sabes que algo te mueve los sentidos desde adentro, y no me alborotaba la sangre al recorrer cada vena de mi cuerpo; y es que por primera vez, en una decisión ta