Bajar una estrella del cielo... el arte de lo incontrolable
"Un niño", me dijo Charlie con una sonrisa muy natural,
bien dibujada en el rostro y con toda la seguridad que lo caracteriza cuando
sabe con certeza lo que desea, pues hasta la mirada se le iba hacia arriba como
si ya pudiera verlo, y hasta tengo la impresión de que apretaba la mano
imaginando sostener la suya... aunque hasta ese entonces fuera sólo un deseo.
"Si pudiera escoger el sexo de nuestro hijo me encantaría que fuera
niño", "¿Qué te parece el nombre de Oliver?"- remató.
¡PUM! Mis párpados se abrieron involuntariamente más de los habitual y mi
sonrisa en ese instante fue más forzada que que natural, el nombre de Oliver
estaba bien, y la idea de un pequeñito en nuestro hogar me gustaba, pero
definitivamente no me movía las entrañas de felicidad, no sentía ese calorcito
en el pecho cuando sabes que algo te mueve los sentidos desde adentro, y no me
alborotaba la sangre al recorrer cada vena de mi cuerpo; y es que por primera
vez, en una decisión tan importante y tan crucial, me encontraba del otro lado
del deseo... yo quería una nena.
¡Uff una nena!... sencillamente
me volvía loco la idea de una hija, y el simple pensamiento idealizado de tener
una pequeñita colgando de nuestros brazos al brincotear por los charcos de la
lluvia, me llenaba de alegría y me envolvía en una especie de magia que no tiene
descripción posible, ya la podía ver trepada en nuestras espaldas y riendo a
carcajadas bajo el movimiento de nuestros dedos al hacerle cosquillas, por un
instante me transporté al futuro y nos visualicé a los dos escogiendo vestidos
y moñitos de colores para sus cabellos largos que tendríamos que aprender a
peinar, y hasta nos vi con caras de pánico buscando ayuda de una forma
desesperada para entender y solucionar los "inconvenientes" femeninos
que nosotros obviamente no sufrimos, o mirando por la ventana cuando se subiera
al coche de aquel muchacho que la invitara a salir.
¡Qué felices nos vi!... -pero
ok, Oliver estaba bien, y si así tenía que ser igualmente seríamos los mejores
padres de ese niño- me dije.
Hay lecciones que el universo nos va dando a lo largo de la vida, y a veces son tan fuertes y tan
estremecedoras que sacan a uno de sus contexto habitual y lo ubican en otra
realidad muchas veces inesperada, pero también hay lecciones que esta misma
fuerza superior te va soltando sutilmente de manera gradual, que a veces las
dejamos pasar o no les ponemos la atención debida, pues creemos que se trata de
momentos o sucesos que vienen a nosotros al azar; sin embargo, estas lecciones,
sutiles o no, son para que demos un nuevo rumbo a nuestros pasos, para que
actuemos de manera diferente o corrijamos nuestra manera de conducirnos en la
vida, pues aunque a veces deseemos tener el control de todo lo que nos rodea,
cuando algo se nos escapa de las manos, es cuando caemos en la realidad de que
en esta vida no tenemos el control de nada, algo tan duro y tan simple como
eso, no tenemos el control de nada, y que todo puede cambiar en un abrir y
cerrar de ojos, para bien o para mal.
Cuando tomamos la decisión de
ser papás, Carlos y yo ya nos habíamos acoplado el uno al otro, ya nos
conocíamos en muchos sentidos que nos daban la certeza del amor que habíamos
estado procurando, ya conocíamos mucho de nuestras historias, nuestras familias
y raíces, nuestros amigos, lo que nos hacía reír, lo que nos daba placer y lo
que nos provocaba dolor o angustia, conocíamos también algunos de nuestros
demonios más escondidos y varios de nuestros momentos más oscuros; pero aún
faltaba mucho por recorrer en nuestra relación, había pasos importantes que dar
y a los que les queríamos dar tiempo de madurar y tomar su lugar de forma
natural, como el compartir el mismo techo y llamarlo hogar, pues aunque la
mayor parte de la semana estábamos juntos, al final de cuentas cada uno tenía
su casa y su propio espacio, ese micro-lugar en el universo del que nos
apropiamos y al que le ponemos nuestro estilo, nuestros colores y nuestros
aromas, aunque sea temporal. Pero aun así estábamos convencidos de estar con la
persona correcta para seguir con los planes a futuro y seguir fortaleciendo
este anhelo por formar una familia y traer a este mundo a una o dos criaturitas
que compartieran nuestro hogar en un futuro y caminar con ellos de la mano por
un rato hasta que ellos decidieran seguir su propio camino y crear su propio
"espacio".
Pero como dicen los que saben:
"uno pone y Dios dispone" y contra eso no hay nada que hacer, y es
que aunque decidimos contratar a una clínica especializada en fertilidad, con
experiencia en parejas del mismo sexo, justo para que todo estuviera bajo
nuestro control, nuestros gusto, y ningún detalle se nos escapara de las manos,
cada paso que dábamos era como caminar en un fango oscuro en el que no teníamos
la completa certeza de no encontrar un bache que nos hiciera tropezar, pues
casi siempre "algo" nos hacía caer en la cuenta de que el destino no
es como nosotros queremos y en el momento en que lo deseamos, así paguemos por
ello, y menos si se trata de dar vida, pues la última palabra está muy por
encima de nuestro alcance. En mi caso particular me costó mucho trabajo ver
estas pequeñas pero contundentes señales, y en el caso de los dos como pareja,
nos costó trabajo entender los "raros" designios de la vida y nos
costó más trabajo empezar a ser humildes para aceptar las cosas que el universo
nos mandaba y empezar a ser valientes si queríamos continuar con este proyecto
con el que habíamos soñado juntos y al que habíamos llamado "nuestra
familia".
Ahora caigo en cuenta de en
cuántas ocasiones tuvimos que doblar las manos y aguantarnos las ganas de
gritar de desesperación por perder el control de lo que creíamos ya resuelto.
Para empezar, (y como ya lo
conté antes) cuando iniciamos el proceso de gestación subrogada, lo acepto, no
fue el momento en el que nosotros hubiéramos querido, pero la vida nos dijo
"¿ah lo quieres?, es ahora", pues si queríamos estar dentro de la
legalidad y hacer las cosas de forma "derecha", tuvimos que iniciar
los trámites y firmar el contrato con la clínica y con la gestante, antes de
que la ley que permitía la gestación por sustitución, cambiara (por el capricho
de un gobernador y su religiosa esposa de "golpes de pecho"), y
pusiera trabas casi imposibles a parejas como la nuestra. Así que tuvimos que
fajarnos los pantalones y en una noche decidirnos a "tomar al toro de la
vida por los cuernos" y ceder ante la premura. "¡Par de locos!"
-pensaron algunos.
"Ana", la gestante, y
quien llevó en su vientre nuestro 'pedacito de cielo' fue una bendición y un
regalo del universo, pues creemos que lo hizo muy bien y con mucho amor; pero
ahí tampoco pudimos alzar el dedo controlador, pues no la escogimos nosotros,
nos la puso la clínica de fertilidad.
En tercer lugar, cuando
mandamos las características tanto físicas como generales que buscábamos
de la donante de óvulos, es decir, de la que sería la madre biológica de
nuestros hijos, la clínica nos respondió que nuestros requerimientos salían de
su catálogo "general" y pasaban a un catálogo de donadoras
"Élite", por lo que tuvimos que pagar una cantidad extra para acceder
a ese catálogo "especial", cosa que por supuesto fue un balde de agua
fría, de incredulidad y hasta de impotencia, ¿cómo es posible que una clínica
clasifique de "élite" o "general" a las mujeres que donan
sus células, de acuerdo a sus características físicas o su nacionalidad?, pero
así es, y si quieres lo que pides debes, una vez más, doblar las manitas y
firmar, pues se trataba de lo que a nuestro sentir, considerábamos lo mejor y
más conveniente, ya que se trataba de nuestros hijos, ¿quién no lo hubiera
hecho por los suyos?.
Se supone que después de dejar
la muestra de esperma y la donante sus óvulos, el laboratorio llevaría a cabo
la fecundación y examinaría a los tres mejores óvulos fecundados para
transferir dos a la matriz de la gestante, pero antes de hacerlo, el mismo
laboratorio a través de la clínica se comunicaría con nosotros para decirnos el
sexo de esos tres "embrioncitos" y así nosotros decidir el sexo de
nuestros hijos, que como ya saben, Charlie prefería niño y yo niña; pero una
vez más no fue así, de esos tres embriones se escogieron prácticamente al azar
dos que fueron transferidos a la gestante sin que nosotros (ni nadie) supiera
si se trataba de varones, mujercitas, o uno y uno.
También dentro de ese mismo
estudio, que se trata de una microscópica biopsia al óvulo ya fecundado, se
determinaría por medio de un examen la salud del embrión y así saber si en
alguno existía la posibilidad de algún síndrome o malformación, pero tampoco se
hizo. Así que los embriones que se le transmitieron a "Ana" no los
pudimos escoger, aunque así lo habíamos acordado de palabra con la clínica.
"¿Pero cómo fue
posible?" - recuerdo que le increpé a Carlos cuando me dijo que los óvulos
ya habían sido transferidos a nuestra "Ana".
Esa mañana Carlos se despertó
medio inquieto y con la sensación de que algo raro estaba ocurriendo, ya había
transcurrido casi una semana desde que habíamos acudido juntos al laboratorio a
dejar la muestra de células y aún no recibíamos ninguna noticia o algún llamado
para que fuéramos a la transferencia, pues queríamos estar presentes en ese
momento, era algo importante para nosotros. Así que ese día llamó a la clínica:
- Una disculpa señor, pero le
comunicamos que la transferencia de los óvulos fecundados se llevó acabo el día
de ayer por la mañana y la gestante estará en observación para monitorear el
proceso y saber si se tuvo éxito y tenemos un embarazo.
¡¿QUÉ?!... Además del enojo y
la frustración varias interrogantes atravesaron nuestra mente: ¿Por qué nadie
nos avisó?, ¿y nuestra elección del sexo?, ¿y el examen de detección de
síndromes o enfermedades?, ¿En qué momento sucedió?...
Ya todo estaba hecho y una cosa
nos quedó clara: Nuestro afán por controlar cada movimiento de este proceso que
ya había comenzado se nos había esfumado, nada estaba en nuestras manos, sino
en las de Dios, así que ahora sólo podíamos aceptar, pedir porque todo saliera
bien... y esperar.
Por ahora hasta aquí me quedo, pero cada quincena postearé una
entrada nueva de esta aventura personal que espero te sirva de ayuda, así que
mantente en contacto con nosotros. Te invito a que nos sigas y a que te
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Saludos y...
Ciao Papis!
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