La tímida gestante, el misterio de la donante, y la magia de la fecundación... Así comenzó una nueva vida.

La vida y sus misterios...

El despertador sonó diez minutos antes de las 6 de la mañana y apenas sacar la nariz de las cobijas significaba un reto digno de odisea, traté de no abrir los ojos de golpe para que mi mente fuera regresando poco a poco a mi cuerpo y cada centímetro de mi piel que estaba envuelta entre las sábanas, se hiciera a la idea de que había llegado el momento de saltar de la cama y correr hasta la regadera para ganarle al frío de enero que también buscaba calor y que logró colarse en la habitación.
Para Carlos al parecer fue mucho más fácil, como si la misma cama lo hubiera empujado fuera de ella y las almohadas no le susurraran al oído: "quédate 5 minutos más", como lo estaban haciendo conmigo mientras masajeaban mi nuca para persuadirme con gran talento, de acurrucarme nuevamente entre sus cálidos pliegues. Pero no podía quedarme atrás, era el día de dar un gran paso en nuestra aventura de la paternidad, esta aventura que aunque de manera apresurada y un poco inesperada, habíamos decidido empezar y ponerle todo nuestra energía y nuestras ilusiones. Apenas unas semanas atrás Charlie había viajado a Villahermosa para conocer a 'nuestra chica', la joven que (por medio de nuestra clínica de fertilidad), decidió ayudarnos y ser parte de este proceso al llevar a nuestros hijos en su vientre durante el embarazo y cuidar de ellos mientras crecían en su cuerpo, como si se tratara de los propios, por lo que también se firmó ante un notario, el contrato legal que la protegiera a ella como mujer y a nosotros como padres, pues en ella estábamos depositando nuestra confianza y nuestros anhelos de bajar del cielo uno o dos angelitos que se unieran a nuestra familia, que se dice fácil, pero desde cualquier perspectiva es un tema muy complejo y se requiere determinación y valor.

El agua caía a una velocidad y fuerza diferentes, como queriendo masajear los músculos del cuello y la espalda para dar ánimos, y además del vapor, algunas notas de acordes celtas con percusiones, piano y cuerdas del arpa, salían del cuarto de baño en donde la canadiense Loreena Mckennitt se daba vuelo con su aguda voz que rebotaba de pared a pared entre las gotas de agua, mientras Carlos terminaba de bañarse. -Es tu turno Sergio- me dije en susurro, -a lo mejor Mckennitt no sea tu compañía, pero alguna canción se te ocurrirá para vocalizar en la regadera y despedirte del sueño que apretando los puños, se niega a dejarte ir- y por fin me levanté.

Con una sincera sonrisa en nuestros rostros llegamos puntuales a nuestra cita al sur de la ciudad, eran 5 minutos para las 8 de la mañana cuando llegamos al laboratorio en donde se dejaría la muestra de semen para la fecundación. "Buenos días, tomen asiento y ahorita los atendemos, estamos preparando todo para ustedes", nos dijo amablemente la señorita que se encontraba en la recepción con una taza de café humeante entre las manos. Mientras estábamos sentados uno junto al otro, viendo para todos lados y revisando las revistas con las historias de éxito de las familias que hicieron realidad su sueño de tener hijos gracias a la ayuda de aquella clínica... se abrió la puerta... una ráfaga de viento helado se metió de inmediato a la pequeña sala de estar que ya habíamos calentado y tras ella una mujer entre sus treintas, envuelta en bufanda, jeans azules, chamarra de invierno y hasta guantes. -Tampoco es para tanto- pensé entre mí; llevaba el pelo recogido en una muy apresurada coleta baja con los cabellos medio enmarañados dentro de ella, y las mejillas enrojecidas por el aire fresco; con unos soplidos en señal de disgusto por el insolente clima del exterior, hizo notar su presencia en la silenciosa sala de espera: "¡ufff... ufff, qué barbaridad... pero qué frío hace esta mañana!" dijo en voz alta al aire y sin saludar mientras se dirigía al escritorio quitándose la bufanda que le aprisionaba el cuello como con tres vueltas o más; yo sentí que era de esas personas que siempre quieren hacerse notar con aspavientos y hablando a todos y a nadie a la vez, y mejor preferí no prestarle más atención y bajar la mirada para seguir ojeando, sin mucho afán, la revista que tenía en mis manos llena de bebés felices y familias abrazadas. Solamente alcancé a escuchar que le dijo a la señorita de la recepción que venía a lo de su "proceso".

Mientras analizaba el gran parecido de los bebes de esa publicidad con sus supuestos padres, que más que familias reales, me perecían modelos de revista, mi celular vibró dentro de la bolsa de mis jeans y al sacarlo me dí cuenta que tenía un mensaje de Carlos, -qué raro, pero si está sentado junto a mí, ¿por qué me manda un mensaje al celular?- pensé, "¿tú crees que se trata de nuestra donadora de óvulos?", fue su primer mensaje, "dijo que venía al proceso" decía el segundo mensaje; En ese momento abrí los ojos de más, cerré de golpe la revista y todo cobró sentido, yo esperaba que no, pues no me podía creer que posiblemente estábamos frente a la madre biológica de los que serían nuestros hijos, y de inicio, no me había caído bien por petulante y escandalosa, y también por no poder hacerse una cola de caballo que no delatara que se acababa de despertar; pero ciertamente era una posibilidad, pues estaba en el mismo lugar, a la misma hora y en el mismo día que nosotros, para realizar "un proceso"... ¡dios mío! ¿así serán nuestr@s hij@s?.

Después Carlos y yo platicamos y caímos en cuenta que de haber sido ella, seguramente estaba con la hormona alocada justamente por el proceso de estimulación hormonal al que se tienen que someter las donantes para hacerlas producir más óvulos y poder escoger los mejores para el procedimiento de fertilización.

La selección de la donadora de óvulos no fue cosa fácil, se trata de escoger a la madre biológica de tus hijos de un catálogo de mujeres donadoras que la clínica tiene para tí, pero con tan pocos detalles de cada una que de verdad resulta imposible tomar una decisión a la primera, pues cuando escoges a una, te vienen a la cabeza además de miedos y ansiedades, un montón de dudas de todo tipo, y que las características físicas, personales, sociales y familiares que medio describen a la mujer en cuestión, no terminan de llenar todos los vacíos de información que uno va llenando cuando en un proceso 'tradicional' se conoce a una persona.

Antes de buscar a nuestra donadora, Carlos y yo platicamos de cómo nos imaginábamos a esa persona que estaría del otro lado de nuestro proceso de fertilización, y es que elegir un óvulo yo creo que es tan minucioso como elegir a una esposa, porque aunque no nos vamos a casar con ella y ni siquiera vamos a tener contacto de ningún tipo, tenía que ser alguien que se pareciera a nosotros, a nuestros sueños, a nuestra forma de vida, a nuestros gustos como pareja, a nuestras características físicas y a nuestra manera de ser. Así que cuando llenamos la solicitud que nos envió la clínica con las características que nosotros requeríamos de una mujer, la clínica nos respondió que nuestros requerimientos entraban en una clasificación que ellos denominaban "Elite" y que tener acceso a ese catálogo implicaba un costo adicional al catálogo "estándar". -WTF!- pensé, solo queremos una chica que se parezca a nosotros.

Por su parte, la gestante es muy diferente, se trata de una historia diferente, ella no es la que aportará ni el ovulo ni la carga genética de tu bebé, es la mujer que llevará en su vientre el cigoto, es decir, la célula que resulta de la fecundación.

Pienso que hasta este momento todo se acomodó a favor de nosotros, yo conocí a (llamémosle 'Ana') a través de las fotos que Carlos me envió de su encuentro con ella, y su apariencia era la de una chica sencilla y centrada; es originaria de Tabasco y con una tímida sonrisa que delataba que era tranquila, humilde y cariñosa.
Esto en pocas palabras se trata de un círculo de ayuda, ella apareció en nuestra historia para ayudarnos a ser papás, y quiero pensar que nosotros aparecimos en su vida para ayudarla de alguna manera.
Creo firmemente que el que nuestra pequeña tenga el temperamento tan liviano y sea muy sonriente, se debe en gran medida a lo que vivió dentro de la pancita de este angelito que nos la cuidó en su vientre mientras se estaba "horneando", y que aunque sus genes no están en nuestra hija, definitivamente su sangre corrió por sus venas y compartieron el mismo oxígeno y el mismo espacio durante esos meses, así que nuestra gratitud para ella será eterna, pues parte de que ahora podamos sonreír y sentir calor en el pecho al mirar a nuestra "Cerecita hermosa" cuando duerme o cuando nos sonríe al despertar cada mañana, es sin duda por la gran labor de 'Ana', nuestra chica de Tabasco.


Las fichas se acomodaron y a los pocos días recibimos la noticia de que se habían fertilizado con éxito dos óvulos y que ya habían sido transferidos a la gestante y todo iba marchando bien.

Por ahora hasta aquí me quedo, pero cada semana postearé una entrada nueva de esta aventura personal que espero te sirva de ayuda, así que mantente en contacto con nosotros. Te invito a que nos sigas y a que te suscribas a nuestro blog y seas parte de esta historia.
Recuerda que aquí abajo puedes dejar tus comentarios, dudas, preguntas y cuestiones que te gustaría tocáramos más adelante.

Saludos y...

                   Ciao Papis!

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