La angustiosa sospecha... hay noticias que un padre nunca quisiera recibir.
La vida está llena de sorpresas, buenas o malas… así
es la vida.

Y cuando te tocan sorpresas buenas… ¡excelente! A disfrutarlas
y vivir el momento lo mejor que puedas para alegrarte la vida y que lleguen más.
Pero cuando la vida te sorprende con situaciones de pánico, de impotencia, de
frustración, en las que te sientes indefenso o ignorante ante la adversidad…
¿qué se hace?... ¿a quién le reclamas?... ¿a quién culpas?... ¿cómo sales
adelante?... pues depende de la “sorpresa” que te toque enfrentar.
En nuestro caso todo iba muy bien… bueno, casi bien.
Carlos y yo nos habíamos encontrado el uno al otro y
habíamos hecho una mancuerna excelente en muchos aspectos, nos estábamos acostumbrando
y aprendiendo de los errores o defectos de cada uno; algunos pesados e
importantes, pero finalmente estábamos los dos de la mano y hombro con hombro
tolerando y disfrutando nuestro proceso de pareja, una pareja diferente o poco
común a los ojos de la mayoría de la gente que nos rodeaba, una mancuerna de hombres entregados a su amor con muy poca preocupación
por las habladurías de terceros.

Aproximadamente cada 10 días recibíamos el reporte
del seguimiento que se le hacía a nuestra gestante a través de los
ultrasonidos, y desde el principio nos llamó poderosamente la atención el notar
que uno de los dos bebés, hasta ese momento conocido como “Gemelo A”, estaba
creciendo a un ritmo mucho más pausado que su hermanito, el “Gemelo B”, pues su
tamaño y peso eran menores y por consiguiente su corazón latía a una velocidad
menos acelerada. Como ya lo explicamos en la entrada anterior, desde que
recibimos el primer ultrasonido y notamos estas diferencias, le preguntamos a
los especialistas la razón de estos datos, y el médico que tenía nuestro caso nos explicó a través de un correo,
que estos cambios eran absolutamente normales, pues cada uno se desarrolla a su
propio ritmo y en su propio espacio, y por tratarse de dos hermanitos, era
perfectamente natural que uno siempre fuera más grande que el otro. Sin embargo,
cada dos semanas que nos llegaba el nuevo estudio, y que para nosotros
representaba una eternidad, Charlie y yo poníamos especial atención en este
pequeñito que aún no sabíamos si se trataba de una niña o un niño, pues a la
distancia, nos agarrábamos de las manos y casi de forma inconsciente le
enviábamos porras y toda nuestra mejor energía de papitos emocionados y con
todos los síntomas del embarazo, aunque no lo estuviéramos viviendo en carne
propia, para que ganara peso, fuerza y para que todo su cuerpecito, que para
ese momento era del tamaño de un frijolito, se estuviera desarrollando de la
mejor forma… pero el destino ya nos tenía preparado un escenario inesperado y
empezaba nuestra propia improvisación ante “el juego de la vida”.
Y es que hay noticias que un papá nunca quisiera
escuchar…
Y menos cuando todo tu amor, tu esmero, tu energía,
tus pensamientos y hasta tus sueños están depositados en dos criaturitas que
esperas con tanto cariño, con ese amor que solamente los que son padres, podrán
sentir nacer en sus entrañas y recorrer
cada centímetro de piel y en cada mililitro de sangre que recorre sus venas…
… la noticia de que uno de tus bebitos posiblemente
viene con un tema de salud que puede comprometer su desarrollo y su vida.

“¡¡Qué!!” –gritas en silencio- mientras la pregunta
te taladra el cerebro sin encontrar registro de alguna información personal que
te responda alguna de las 68 dudas que te están empezando a dar vueltas por la
cabeza, mientras quieres respirar y quieres levantarte de tu lugar y salir, y
le quieres colgar el teléfono para… no sé, para tratar de despertar de este mal
sueño…
Lo primero que hicimos fue abrazarnos largo rato, como tratando de juntar fuerzas y entre los dos mandarlas hasta el cielo para que regresaran multiplicadas y directo a ese pequeño corazón que latía lejos de nosotros. Después cada uno tomó su celular y buscamos información sobre cualquier cosa que nos diera luz en medio de esa tiniebla de ignorancia con respecto a los problemas del corazón durante la gestación de un bebé, ymás en particular, sobre esta "Cardiopatía AV".
Aquí les comparto un poco de información al respecto:
La Cardiopatía Auriculoventricular (AV), es un defecto del canal cardíaco, es un gran agujero en el centro del corazón que afecta a los cuatro compartimentos en el que normalmente se divide este órgano. En un Corazón normal, la sangre rica en oxígeno de los pulmones no se mezcla con la sangre pobre en oxígeno que regresa del cuerpo. Una CAV causa que la sangre se mezcle, y no permite que los compartimentos y válvulas desvíen la sangre apropiadamente a cada punto de la circulación.

¿Cuál es la causa?
En la mayoría de los niños, la causa no se conoce. Es un defecto muy común de cardiopatía en niños con un problema de cromosomas o trisomía 21 (síndrome de Down). Algunos niños pueden tener otros defectos cardíacos junto con el canal AV.
¿Cuál es la causa?
En la mayoría de los niños, la causa no se conoce. Es un defecto muy común de cardiopatía en niños con un problema de cromosomas o trisomía 21 (síndrome de Down). Algunos niños pueden tener otros defectos cardíacos junto con el canal AV.
¿Cómo afecta el corazón?
Normalmente, el lado izquierdo del corazón manda sangre al cuerpo, y el lado derecho del corazón manda sangre a los pulmones. En un niño con defecto del canal AV, la sangre puede viajar a través de los agujeros de los compartimentos izquierdos del corazón a los del lado derecho y hacia fuera a las arterias pulmonares. El exceso de sangre que se manda a las arterias pulmonares hace que el corazón y los pulmones trabajen más duro y los pulmones pueden congestionarse y colapsar.
Normalmente, el lado izquierdo del corazón manda sangre al cuerpo, y el lado derecho del corazón manda sangre a los pulmones. En un niño con defecto del canal AV, la sangre puede viajar a través de los agujeros de los compartimentos izquierdos del corazón a los del lado derecho y hacia fuera a las arterias pulmonares. El exceso de sangre que se manda a las arterias pulmonares hace que el corazón y los pulmones trabajen más duro y los pulmones pueden congestionarse y colapsar.
¡Dios mío... ésto es demasiado!
Y así te empiezas a llenar de información hasta sentir que te vuelves loco, y más al pensar que una bebita que aún ni siquiera nace, está empezando a luchar por su vida, y vuelves a caer en cuenta: uno de tus bebés viene mal, o es probable… altamente probable que, de acuerdo a los últimos estudios realizados ya en el cuarto mes de gestación, traiga un “temita” de salud en su corazoncito, esa valvulita que es casi del tamaño de un granito de lenteja y que está trabajando como relojito para no darse por vencida. –Pero no hay que adelantarnos- advierte el doctor al teléfono mientras te llevas la mano a la frente y cierras los ojos… y los vuelves a abrir lentamente para una vez más comprobar que todo es real y que no se trata de una pesadilla, -hay que hacer más estudios para descartar esta posibilidad que hasta ahorita es sólo una sospecha, una teoría, pero tenía que informárselos muchachos, aunque en este momento no les podamos dar con certeza un diagnóstico preciso, sólo hay que esperar- finaliza su anuncio mientras que Carlos cuelga el altavoz de su teléfono por el que estábamos escuchando los dos en una segunda llamada.
Y así te empiezas a llenar de información hasta sentir que te vuelves loco, y más al pensar que una bebita que aún ni siquiera nace, está empezando a luchar por su vida, y vuelves a caer en cuenta: uno de tus bebés viene mal, o es probable… altamente probable que, de acuerdo a los últimos estudios realizados ya en el cuarto mes de gestación, traiga un “temita” de salud en su corazoncito, esa valvulita que es casi del tamaño de un granito de lenteja y que está trabajando como relojito para no darse por vencida. –Pero no hay que adelantarnos- advierte el doctor al teléfono mientras te llevas la mano a la frente y cierras los ojos… y los vuelves a abrir lentamente para una vez más comprobar que todo es real y que no se trata de una pesadilla, -hay que hacer más estudios para descartar esta posibilidad que hasta ahorita es sólo una sospecha, una teoría, pero tenía que informárselos muchachos, aunque en este momento no les podamos dar con certeza un diagnóstico preciso, sólo hay que esperar- finaliza su anuncio mientras que Carlos cuelga el altavoz de su teléfono por el que estábamos escuchando los dos en una segunda llamada.
¿Hay que esperar?... nos preguntamos Carlos y yo
cada noche antes de irnos juntos a la cama con el corazón apachurrado y
esperando que esa “sospecha” sea sólo eso… “buenas noches amor, vas a ver que
todo va a estar bien”.
Por ahora hasta aquí me quedo, pero cada quincena postearé una entrada nueva de esta aventura personal que espero te sirva de ayuda, así que mantente en contacto con nosotros. Te invito a que nos sigas y a que te suscribas a nuestro blog y seas parte de esta historia.
Recuerda que aquí abajo puedes dejar tus comentarios, dudas,
preguntas y cuestiones que te gustaría tocáramos más adelante.
Saludos y...
Ciao Papis!
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