Católico, Apostólico y... ¿Homosexual?. La odisea de ser 'Gay' en una sociedad oprimente

Admito que las cosas han cambiado...
Poco, y a pasos muy lentos, pero a veces me siento con suerte de vivir en una ciudad en la que por fortuna (y seguramente por conveniencias políticas), a las personas del mismo sexo se les permite contraer matrimonio legalmente y estar "protegidas" (si así se le pude llamar) por la ley; ¡pero esto es posible hasta hace apenas 7 años, en el 2010!. Sinceramente no me cabría en la cabeza seguir concibiendo a la capital de México (un país que se proclama en la lucha por mantener los valores de independencia, democracia, respeto y tolerancia), como una ciudad vanguardista que a estas alturas de la vida siguiera aislando, minimizando y castigando a las personas que sienten el amor de una manera distinta al que por siglos se marcó como la "forma correcta".
Me gusta salir a la calle y caminar agarrado de la mano de la persona a la que amo, lo hago, y de la mano salimos al parque y vamos a la plaza y entramos al cine. Viví viendo a mis padres tomarse de la mano cuando salían a enfrentar juntos al mundo y sentirse invencibles por el simple hecho de amarse y respetarse. Eso es lo que vi en mi casa y ahora me gusta el hacerlo a mí y compartir esa unión con mi pareja, esa misma unión que muchas otras parejas tienen cuando van juntas por la calle y en una esquina se recuerdan el cariño y el amor y el deseo que se tienen al darse un beso y olvidar lo que ocurre a su alrededor; sin embargo en nuestro caso es distinto por el simple hecho de ser dos hombres que se toman de la mano y van platicando como si nada más importara en ese momento, porque aún siendo el 2017 y viviendo en esta ciudad que se jacta de ser inclusiva y abierta, no puedo dejar de sentir las miradas de muchas personas que nos siguen con los ojos hasta perdernos de vista, y lo acepto, a veces me da gusto enfrentar la mirada de uno que otro hasta hacer que esos ojos morbosos se desvíen de mi camino o se conviertan en una sonrisa compartida o en un guiño amable, pero no siempre es así, y me preocupa, no sólo por mí, sino por todos aquellos que no pueden vivir de manera plena su amor o su sexualidad y que están obligados a expresarlo solamente dentro de sus cuatro paredes, porque "pueden ser 'maricones', cada quien su vida mientras no se estén exhibiendo en público", o "pueden ser homosexuales, pero mientras no se metan conmigo...", cuántas veces no he escuchado esa estúpida frase: "mientras no se metan conmigo", como si esos que la dicen fueran el centro del universo, o como si por el simple hecho de haber nacido hombres ese simple aspecto los convirtiera en personas interesantes o atractivas o en imanes de otros hombres, cuando muchas veces ni siquiera son atractivos ni interesantes para el sexo opuesto.

El jueves 10 de marzo de 2010, dos mujeres se casaron en la Ciudad de México, convirtiéndose en las primeras en América Latina, tras la legalización del matrimonio homosexual en la capital mexicana.

¿Pero por qué tardaron tanto en permitirlo?

En mi opinión, creo que porque aún en pleno siglo XXI seguimos siendo una sociedad costumbrista y juzgadora, que además de estar acostumbrada a mirar la 'paja en el ojo ajeno', seguimos dominados por una institución religiosa poco evolucionada y que aún dicta las normas de conducta en sus feligreses, que para fortuna o infortuna de nuestro país, representan (según el último senso en 2010) el 83% de la población nacional, y por eso en el país, sólo en la tercera parte de los estados que conforman la República Mexicana, es posible que un hombre que ama a otro hombre, o una pareja de mujeres que quieren estar juntas hasta que la muerte las separe, puedan ejercer su libre derecho a contraer matrimonio y ser felices.
Y yo sé que no es fácil cambiar la estructura ideológica de un pueblo que ha tenido una educación de doctrina y castigo durante su historia, y sé también que no es fácil aceptar a los que se visten, actúan o aman diferente a uno, pero sé que se puede, y lo digo por experiencia propia y con orgullo, pues en mi familia pasó ¡GRACIAS A DIOS!.

Hoy mi mamá ama a mi pareja y hoy mi papá abraza con cariño y recibe en su casa al hombre que comparte su vida con su hijo mayor que también es hombre, aquel que tenía que ser el ejemplo para sus demás hijos, aquel que tendría que ser el orgullo de la familia y aquel que entre muchas cosas y muchos títulos sociales, tenía que ser un "hombre feliz", pero que en esa felicidad no cabía la palabra "gay", ¿por qué? ¡porque no!, porque los gays son 'raros', les dicen "putos" en la calle y tú no quieres eso para tu hijo, para tu familia; porque no se educa a un hijo para ser homosexual, para ser señalado, para ser juzgado, para ser diferente, para ser... "maricón". Y es que ahora que soy padre entiendo muchas cosas del amor que depositamos en nuestros hijos, y de todas las expectativas que le vamos construyendo desde el primer minuto en que sabemos que existe (aún sin haber nacido), a un ser que tiene desde ese mismo momento de existencia, su propia identidad y su propio "contrato" que viene a cumplir al mundo, un mundo que a veces puede ser tan hermoso o tan oscuro, como el mismo "contrato" o "misión" que lo trae a la vida. Así lo veo yo, desde mi cabeza y desde mi corazón.

Tengo 35 años, y desde que tengo memoria supe que era diferente a la mayoría, desde pequeño (no sé a que edad exactamente) me sentí atraído por los hombres, pero también desde muy temprana edad aprendí que "eso no estaba bien", ¿por qué? pues porque te lo dicen y te lo hacen ver hasta que te queda muy claro y entonces redoblas esfuerzos para tratar de entrar en el molde aceptable y encajar en el rol que te toca vivir. 
Es difícil darse cuenta que se es diferente, es fuerte darte cuenta que no te gustan las mismas cosas que a tus amigos o tus compañeros de la escuela, y no me refiero a lo sexual, pues cuando eres niño la sexualidad es un tema de poca importancia o de la que se habla poco; me refiero al darte cuenta de que piensas distinto, que no te gusta un deporte y prefieres otro, o que no te llama la atención tal tipo de música y que te gusta otro, o que ese juego de niños no te gusta y prefieres el de las niñas, pero como no eres niña no eres bien recibido por ninguno de los dos grupos, y a esa edad no hay un grupo intermedio, o eres de uno o eres de otro y no hay más. Pero ahí, justo en esa etapa en la que estás descubriendo al mundo y que aún eres vulnerable en muchos aspectos, es cuando más asustado te empiezas a sentir de asumirte diferente, pues empiezas a descubrir que si no te gusta lo que a tus demás compañeros hombres eres 'raro', y te empiezan a mirar diferente y por primera vez conoces la sensación de ser señalado y excluido.

Por fortuna nací en el 82, me tocó un poquito más leve la cosa, un poquito; 10 años antes y otra hubiera sido mi historia. 
Creo que soy afortunado y bendecido en muchos sentidos, nací en el seno de una familia maravillosa, de una pareja de hombre y mujer que se aman profundamente y que además formaron una familia bien padre, no tengo nada para agradecerle al universo la suerte de haber "contratado" mi paso por esta vida con las almas de los que hoy comparto mi sangre, unos hermanos sensacionales, abiertos de mente y de espíritu, y por supuesto unos padres que hoy en día siguen dando lo mejor de sí a sus hijos y que hicieron esta familia con defectos y con muchas cualidades. 
Y sí, también formaron una familia católica, ¿por qué? por tradición y costumbre, pues mis padres y sus padres y los padres de éstos así lo fueron y es lo que había desde hace muchas generaciones atrás, así aprendí a conocer a un "Dios" que está en el cielo y que había que ir a visitar en la iglesia y rezarle el "Padre nuestro" y a recitarle el "Credo" que me aprendí de memoria en el catecismo y a repetir que "Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica", y que "Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados", entre otras muchas cosas que de pequeño no entendía pero que tenía que decir porque era católico, sí, era, porque ya me auto-excomulgué. 
El catolicismo es una religión que respeto (porque es la doctrina de mis padres y mis hermanos, y de muchos de los amigos que amo profundamente), pero de la que hoy en día ya no me siento parte desde el mismo momento en que me acepté y me entendí como homosexual, pues es una religión que excluye y no acepta a las personas como yo, y peor aún peor, que tampoco acepta a familias como la que ahora he formado, en la que dos hombres son los pilares y que tienen una hija que llegó a este mundo por un vientre prestado (tal y como la misma religión católica fundamenta su divinidad, al asegurar que Jesús, el hijo de Dios hecho hombre, llegó a este mundo por medio de María, es decir un vientre prestado para concebir al hijo de Dios sin tener relaciones 'hombre-mujer' y encima, ella estar casada con otro hombre, José). 
Sin embargo, creo en Dios, o en un gran espíritu, en una fuerza divina y poderosa y maravillosa y amorosa, mucho más allá de las paredes de un templo, de las reglas de una iglesia y de las costumbres de un grupo social. 




Pero bueno, este tema podría ser bien un capitulo futuro a tratar en alguna otra entrada de este blog, por lo pronto sigamos con mi tema...

¿Cómo he vivido mi homosexualidad?
No ha sido fácil, ¿pero qué es fácil en esta vida?
Creo que vivir plenamente mi preferencia y disfrutarla y hasta ahora poder expresarla abiertamente, ha sido un largo proceso y un triunfo personal, no me imagino siendo de otra manera, y peor aún, no me imagino siendo un gay escondido en el armario o disfrazado de una falsa vida heterosexual sólo por cubrir apariencias, y tampoco no podría perdonarme engañar a una mujer al estar casado y no amarla en todos los sentidos, o no hacerla feliz en todos los aspectos de una vida en pareja, incluido el sexo.
Como ya te lo comenté unas líneas arriba, no me recuerdo de otra manera, siempre me gustaron los niños (NO TODOS), y sinceramente al principio no sabía que se trataba de una preferencia sexual, y tampoco estaba enterado que hace muchos años, lo que me pasaba estaba catalogado como una enfermedad, hasta que se entendió que simplemente es una preferencia, así como la heterosexualidad, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó en mayo de 1990 excluirla de su catálogo de enfermedades, así que tranquilos... ¡NO ESTOY ENFERMO!, ¡NO NECESITO CAMBIAR!, y ¡NO NECESITO CURARME!... ah y ¡TAMPOCO ME VOY A IR AL INFIERNO!.
Salí del "closet" a los 25, o sea que ya llevo 10 hermosos años libre de complejos existenciales referentes a mi gusto por los caballeros; hoy suena más o menos fácil decirlo y aceptarlo, pero unos años atrás... ni aunque me pagaran.



¡Uff... qué momento!... pedirle a mis padres que me escucharan y sentarlos en la sala de la casa y decirles a los ojos y con todas sus letras "SOY GAY", ha sido una de las experiencias más fuertes y contundentes de mi vida, hoy en día no encuentro las palabras para describir el cúmulo de emociones y sentimientos que tenía atorados en mi interior queriendo por fin salir, cómo me sudaban las manos y cómo me temblaban las piernas aún estando sentado. En ese momento ya tenía muy claro quién era yo y lo que quería, o al menos de eso estaba seguro en ese momento, y también estaba consiente de lo que esta noticia podría traer a mi futuro inmediato en su casa y en su familia, pero me sentía capaz de afrontar mi decisión y las consecuencias que esta noticia trajeran. pero hasta aquí me quedo con este suceso en particular, más adelante te contaré cómo fue este momento específico y este proceso que tuve que vivir para llegar a ese instante frente a las dos personas más importantes de mi mundo y decirles la frase que quizás nunca habrían querido escuchar.
Ahora sé que me gustan los hombres, bueno... lo sé desde hace mucho, pero ahora lo acepto y lo disfruto.

Ahora amo a un hombre y lo amo con todas mis fuerzas y lo amo con un amor diferente al que le tengo a mi padre o a mis hermanos que también son hombres, o al amor que le tengo a mis amigos que son mi segunda familia; amo a un hombre que es tan hombre como yo y tan hombre como cualquier otro en la calle, pero la diferencia es que a él también le atraen los varones, y que de todos ellos me eligió a mí como su compañero de vida y yo a él como el compañero de la mía y hoy vivimos juntos, somos una familia y tenemos una hija que ha sido el regalo más grande que la vida nos ha regalado.
Seguimos en el proceso de ser mejores personas y ahora tenemos el reto de ser excelentes padres para esta pequeña que depende total y absolutamente de nosotros dos, sus dos orgullosos papás; sabemos que la tenemos difícil, sabemos que somos una familia 'diferente', poco común, pero nos tenemos los tres y gracias a Dios tenemos el amor, el cariño, la aceptación y el apoyo de muchas personas que nos rodean y que nos están llenando de fuerza y de luz nuestro camino, así que ¡a seguir disfrutando!.

Por ahora hasta aquí me quedo, pero cada semana postearé una entrada nueva de esta aventura personal que espero te sirva de ayuda, así que mantente en contacto con nosotros. Te invito a que nos sigas y a que te suscribas a nuestro blog y seas parte de esta historia.
Recuerda que aquí abajo puedes dejar tus comentarios, dudas, preguntas y cuestiones que te gustaría tocáramos más adelante.

Saludos y...
                   Ciao Papis!

Comentarios

  1. Muy buena idea hacer su blog definitivamente estoy de acuerdo en muchos aspectos y ojalá ideas como estas crearán más conciencia felicidades Y saludos.

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    1. Qué bueno que te gusta nuestro blog, agradecemos mucho tu tiempo, tu visita a él y tus comentarios. Esperamos que siempre sean de tu agrado o interés y nos compartas con tus contactos para llegar a más personas. Saludos y seguimos en contacto.

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