Con café, concha de vainilla y huevos rancheros... así comenzó esta loca historia de amor
Eran las tres de la maña, bajé corriendo las escaleras y llegué
hasta la puerta de la entrada, antes de abrirla me paré unos segundos con la
mano sobre la manija, como queriendo estar seguro de lo que iba a suceder,
respiré profundo un par de veces para desacelerar mi corazón, acomodé mi
cabello por última vez y entonces... abrí la puerta.
Y ahí estaba él, parado frente
al marco de la puerta de mi casa e iluminado desde arriba por la lámpara de la entrada
y por detrás, la luz del poste de la calle dibujaba un contorno en su silueta
que lo despegaba del oscuro fondo de la noche y lo hacía más presente, con una
sonrisa que apenas dejaba asomar sus dientes y con las manos en los bolsillos
de su abrigo gris, no sé si para evitar manotazos y movimientos innecesarios
que luego hablan más de lo que la mente sugiere a través de la boca, o por el frío
de la madrugada, seguramente la madrugada tuvo algo que ver. Era un poco menos
alto de lo que me lo imaginaba, 1,75 no está mal; pero en esa sonrisa había
algo diferente, escondía una picardía que obligaba a llevar la mirada a sus
labios, y sin resistirme respondí con una sonrisa igual que naturalmente se
dibujó en mi rostro y que me hizo invitarlo a pasar.
Una vez adentro le di la mano para saludarlo por primera vez, su
piel era suave y cálida a la vez y en ese momento un estremecimiento recorrió
fugazmente mi espina dorzal.
Avanzamos en silencio por la
casa que en aquel entonces compartía con más muchachos (hombres y mujeres) y
subimos hasta mi habitación. Por fin estaba aquí. Hacía meses que habíamos
iniciado una conversación en una de estas aplicaciones en el celular de las que
les hablé la semana pasada, me aparecía a 270 metros de distancia y entre otras
cosas decía que tenía 40 años (aunque a mí me parecía mucho más joven), y
aunque ya lo había visto varias ocasiones conectado y me había metido otras
tantas a ver su foto y los datos de su perfil para imaginar cómo sería en
persona y qué tipo de hombre era, no me había atrevido a saludarlo ¿por qué? no
estoy seguro, si desde la primera vez que abrí su perfil supe que era alguien
interesante para conocer, además de que la foto que había elegido para
mostrarse seguramente le favorecía muchísimo, porque cada vez que lo encontraba
en línea y en su perfil aparecía el puntito verde de “conectado” me detenía a
mirarlo; el caso es que seguramente estaba esperando la ocasión correcta para
dar el primer paso y buscaba tener algún tema interesante para iniciar una
conversación en caso de que esta fuera necesaria, pero sorpresa... de repente
se escuchó el sonido mágico, ese ruido de notificaciones en mi celular que me
anunciaba con morbo y excitación que “alguien” me había enviado un nuevo
mensaje, y al mirar de nuevo... ¡dios mío es él! ¡y me mandó un mensaje! -
tranquilo - pensé - deja pasar un minuto para responder y que no parezca que
estoy pegado al celular y desesperado por contestarle (aunque lo esté).
Así inició nuestra
"amistad", a través del chat de una aplicación de ligue en donde
hombres conocen a otros de distintas maneras. La verdad es que platicábamos
poco, una o dos veces cada quince días y la mayoría de ocasiones ahora yo era
el que saludaba primero después de horas (así se me hacían) de ver que él
estaba también conectado y sentir que el puntito verde de su perfil que me
indicaba que estaba en la app, me taladrara los ojos, y esperar a que me
saludara, y como no tenía éxito y en ocasiones hasta me quedaba dormido
esperando un simple "hola" de su parte que no llegaba, yo
(disimulando mi enojo) mandaba un sutil saludo para una vez más iniciar la
plática con este hombre que sin conocerlo se me había metido a la cabeza.
"Vaya tonto"- llegué a pensar de mí mismo por estar esperando, y “vaya
tonto” llegué a pensar de él por no darse cuenta de lo que estaba ignorando -
"sólo es un chico más de los cientos que hay cerca de mí, si no te vuelve
a saludar ya no lo peles que hay otros esperando que les regreses el saludo o
que continúes con la plática que dejaste a medias con ellos", y cuando por
fin volvía a mí la cordura y me decidía a dejar de insistir... 'din don', ahí
estaba una vez más a la media noche ese sonido mágico que traía consigo un
"¡hola! ¿cómo has estado? ¿qué haces?", de este muchacho que ya me
traía de cabeza - ¡maldita sea!.
Aproximadamente 5 meses
estuvimos en este jueguito de los mensajes a la media noche, cosa rara, con
ningún otro muchacho había durado tanto tiempo en una conversación, algunos me
dejaban de interesar y simplemente ya no los volvía a saludar o dejaba de
responder sus saludos y con eso se entendía que no había interés de mi parte, o
me aburrían y los bloqueaba para no tener que encontrármelos de nuevo
conectados, también me pasó lo contrario, con algunos al ver que no se
concretaba nada o no había la "acción" requerida en ese momento, pues
dejaban de contestar a mis mensajes o me bloqueaban a mí, así sucede en estas
aplicaciones a unos les gustas y a otros no, a unos les gustas un día y están
de insistentes y al siguiente no; sin embargo con este hombre aún seguía esta
rara "amistad" en la que ya nos habíamos contado bastantes cosas,
personales, laborales, familiares, incluso de nuestras relaciones pasadas pero
aún no nos habíamos visto en persona... hasta esa noche de otoño a las 3 de la
madrugada en donde lo que menos hicimos fue platicar, pues ya estaba todo
dicho.
¿Les ha pasado alguna vez que
besas a alguien y sientes que lo quieres besar por el resto de tu vida?... éso
me pasó con Carlos.
Me había pasado antes que besaba a alguien y quería repetir un par
de veces más porque qué rico, pero esta ocasión y con este chico en particular
con cada nuevo beso sentía la necesidad de quedarme ahí, de que no se fuera, de
que se quedara y esa sensación te llega hasta los huesos, y cuando eso pasa
abres los ojos en medio de la noche y estás solo en tu cuarto y empiezas a
pensar y a tener miedo y querer parara este tren que cada vez agarra más
velocidad, porque sabes bien que si continúas en este juego de pasión y besos
te vas a descarrilar, porque no lo estás sabiendo controlar ¿y cómo lo vas a
controlar si eso es algo que no se controla? se siente y ya, se vive y ya, se
disfruta y ya... pero cuando se vuelve necesidad y lo extrañas cuando no
está... oh oh, tenemos un problema... porque te estás empezando a enamorar
Sergio, y ni siquiera lo conoces fuera de estas cuatro paredes, así que para el
tren... páralo ahora porque qué tal que él se baja de tu tren y tú simplemente
te quedas sin frenos, así que mejor proponle un nuevo plan, una forma más
completa de conocerse... ¡invítalo a salir!
Lo cómico de esta historia es
que cuando por fin me armé de valor y le propuse ir por una cerveza... me dijo
que sí, pero no me dijo cuándo. Cuando lo invité a tomar un café... me dijo que
claro, pero no me dijo dónde. Cuando le dije que había una buena película en el
cine y que deberíamos ir a verla... me dijo que estaría padre, pero la peli
salió de cartelera y nunca la vimos. Cuando le platiqué que había un nuevo
restaurante en la zona y que podríamos ir a comer un domingo... me dijo que ya
lo conocía y que además los domingos comía con su mamá. ¡PUM! ¡Toma eso Sergio!
¿Qué está pasando? - pensé-
esto no está yendo hacia ningún lado, o al menos no hacia el lado que tú
quieres, así que localiza el freno de mano y jala de él de una vez por todas.
Las visitas de madrugada
bajaron gradualmente casi hasta desaparecer, en mi casa mis compañeros ya
sabían que "alguien" me visitaba y que estaba en una
"relación" y obvio querían todos los detalles, pero tristemente no
había tal relación, “es algo complicado” respondía y daba la vuelta a los
cuestionamientos, así que con mis últimas esperanzas de lograr algo más allá de
lo que por meses había estado postergándose, lancé mi última 'ficha'... ¿te va
si desayunamos este sábado? - "me encantaría"- dijo, y así fue
nuestra primera cita al aire libre, un par de horas de risas y miradas nuevas y
el comienzo de una loca historia de amor, con café, una concha de vainilla y
huevos rancheros sobre la mesa.
Por ahora hasta aquí me quedo, pero cada semana postearé una entrada nueva de esta aventura personal que espero te sirva de ayuda, así que mantente en contacto con nosotros. Te invito a que nos sigas y a que te suscribas a nuestro blog y seas parte de esta historia.
Recuerda que aquí abajo puedes dejar tus comentarios, dudas, preguntas y cuestiones que te gustaría tocáramos más adelante.
Saludos y...
Ciao Papis!
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