Si necesitas mi vientre materno te lo doy… el apoyo familiar en nuestra paternidad

"Si yo aún pudiera, con mucho amor les prestaría mi vientre para ser la mamá gestante de sus hijos"


Al escuchar esas palabras se me estremeció la piel, mis ojos se abrieron inevitablemente como queriendo captar cada detalle y mis pupilas se contrajeron para que la mirada traspasara con fuerza todas las barreras que nos rodeaban, el mundo dejó de girar y se vació, sólo estábamos ella y yo, el universo entero detuvo su marcha infinita por unos segundos para dar cabida a un universo paralelo, a un escenario alterno, indescriptible a las palabras, pero conocido en mis mejore sueños, un lugar lleno de luz y con una frescura que claramente podía sentir a través de los poros de piel, un pasillo luminoso de hierba fresca y con olor a tierra mojada, rodeado de grandes árboles que se mecían con el baile del viento entre sus hojas y al otro extremo ella... mi mamá... una especie de ángel con los brazos abiertos tendidos hacia mí y con dos enormes ojos color de esmeralda que brillaban de alegría y con serenidad.

Nunca había escuchado una frase tan impactante y tan sincera como esa, en pocos segundos entendí la grandeza, la belleza de espíritu y la entrega total de esta mujer que Dios, el universo, el destino o como cada uno le llame a su Gran Espíritu, me regaló como mi madre.



Ella nos hubiera prestado su vientre y su cuerpo para traer a este mundo a sus nietos, los hijos de su hijo, ese muchacho loco que decidió "romper" algunos clichés y enamorarse de otro muchacho igual de loco y que ahora formaban una pareja de hombres que estaban decididos a "quebrar" más paradigmas y convertirse en padres.

Ésa fue la respuesta que salió de la boca de mi mamá cuando un día de ese diciembre del 2015 le expliqué sobre los nuevos métodos de reproducción asistida que hoy en día existen para tener hijos, y cuando finalmente le dije que: "Carlos y yo vamos a ser papás".
Yo ya había aceptado mi destino, mejor dicho, estaba trazando mi propio destino de una forma muy personal y estaba empezando a dibujar un futuro no sólo como hombre gay en pareja, sino como hombre gay en pareja con otro hombre y como papá, y aunque la idea aún me causaba una especie de ‘shock nervioso’ e insomnio durante algunas noches, no podía negar que ese sueño que desde siempre había tenido se iba a hacer realidad, aunque fuera por un procedimiento muy poco convencional (al menos en mi entorno).
“¿Rentar un vientre?...
Oh por dios, ¿eso es legal?... ¿es posible que una mujer geste el bebé de alguien más?... ¿eso es éticamente correcto?...”, recuerdo que esas fueron algunas de las muchas preguntas que golpearon mi cerebro en los primeros momentos de mi decisión, pero con una enorme sonrisa recordaba que en 2009 me fui a vivir a Canadá por 6 meses para estudiar inglés, y un día, fui con unos amigos a un centro comercial enorme y muy famoso en la ciudad de Edmonton, la capital de Alberta, y de pronto de entre la gente saltaron a mi vista una pareja de hombres caminando juntos, uno de ellos abrazaba al otro por la cintura con una mano mientras que con la otra tomaba cuidadosamente a una pequeña niña como de tres añitos que iba brincoteando entre la gente y agarrada con seguridad de su papi, mientras que el otro hombre empujaba orgullosamente una carriola con un pequeño bebé dormido plácidamente entre cobijas azul pastel… esa imagen me sacudió en segundos, nunca antes había visto algo semejante... una familia de dos hombres con sus hijos paseando en un centro comercial con la mayor felicidad y frescura del mundo, y de un momento a otro me vi reflejado en esa felicidad ajena, no pude evitar abrir los ojos como si estuviera viendo marcianos caminar hacia mí, pero yo era el único sorprendido, nadie decía nada extraño ni los miraban con rareza o desprecio, todo lo contrario, intercambiaban sonrisas con unos y con otros hasta toparse con mi mirada desorbitada, que lejos de ignorar respondieron con una amable sonrisa que contagió a la mía… - “ésa es mi señal” – dije no sé si en voz alta, ésa era la meta a la que quería aspirar en un futuro y esa escena de amor y ternura se quedaron grabadas en mi mente como un objetivo alcanzable.
Y ahora estaba aquí, varios años después, explicándole a mi mamá lo que estaba a punto de comenzar con mi pareja; claramente su primera reacción fue el silencio, un silencio de milésimas de segundo que en 'cámara lenta' hubieran parecido una eternidad, pero en ese instante de silencio seguramente sus neuronas se activaron a mil por hora para conectar nuevas entradas y asimilar la idea y no demostrar desaprobación, aunque sí sorpresa y confusión ante una fórmula tan compleja:
'dos hombres + una muestra de esperma + banco de óvulos + vientre prestado = embarazo por gestación subrogada'.

Aún me sigo sorprendiendo con la capacidad de adaptación de mis padres, cuándo se iban a imaginar que uno de sus hijos les llegara con semejante disparate digno de una película de ciencia ficción; ¿con qué pensamiento se ha de haber ido a la cama mi papá cuando le conté mis planes de familia homoparental?... sin embargo una vez más abrieron su mente y expandieron sus horizontes para entender y aceptar las ganas de formar una familia bajo nuestro "concepto" y tener hijos propios, y además, apoyar desde su experiencia como padres y como futuros abuelos con este proceso al que ellos también se sumaron con gusto.
De mis hermanos, no hay mucho que decir... se subieron a nuestro "barco" desde el momento en el que se los platicamos, quizás al principio también para ellos esto de tener bebés a través de un vientre rentado fue una idea excéntrica de nuestra parte, pero al ver que no fue una idea fugaz nacida de la noche a la mañana y que ya teníamos un proyecto muy bien construido, fue más fácil digerirlo, aceptarlo y hasta hacer partícipes a sus propias familias, pues cuando tomamos esta determinación de la paternidad, dos de ellos ya eran papás de dos hermosas nenas, y eso creo que sensibiliza las emociones.


Por el lado de Carlos no fue muy diferente la respuesta, otra barrera derribada esta vez de la mano de su mamá, una señora de otra generación muy diferente a la nuestra, diferente incluso a la de mis padres, con otras ideas y valores que desde niña aprendió y que la hicieron la mujer fuerte de carácter y con una imagen impecable con la que siempre se ha presentado al mundo, con otros parámetros de lo que es la familia y con un fuerte apego a la religión y las "buenas costumbres", pero que con esta noticia rejuveneció varios años, y sus ojos se iluminaron con un brillo desde lo más profundo de su ser al saber que iba a ser la abuela de un pequeño o pequeña que llevará su sangre y que pudiera heredar además de todos sus tesoros, todos los cariños y apapachos que sólo las abuelas saben dar a sus nietos. Y es que esta mujer de 8 décadas de experiencia, también fue capaz con todo ese bagaje cultural y social de su época, de ofrecer a su manera, apoyo y ayuda a Carlos para que hiciera realidad su sueño de ser padre, y el suyo propio de tener un nieto de ese vástago amado que representa su linaje y su vida entera. Nunca olvidaré la frase que le dijo a Charlie cuando él le dijo nuestro plan de ser papás, su alegría fue tanta que casi llora al decir: "¡Sí hijo! y si lo necesitas vendemos el departamento", ¡wow! – dije - otra entrega total y amorosa a nuestra causa ¿qué más podemos pedir?.



En otra entrega más adelante prometo platicar de la relación con mi "suegrita", y por supuesto del inicio del proceso para bajar una estrellita del cielo a través de la gestación por sustitución y todo lo que ésta implica...

Gracias nuestras familias por haberse subido a nuestro tren de la paternidad desde la primera estación, de verdad ha sido hermoso y gratificante contar con su apoyo desde el día uno.

Por ahora hasta aquí me quedo, pero cada semana postearé una entrada nueva de esta aventura personal que espero te sirva de ayuda, así que mantente en contacto con nosotros. Te invito a que nos sigas y a que te suscribas a nuestro blog y seas parte de esta historia.
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Saludos y...



                   Ciao Papis!

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