La aceptación... Cuando la vida te pone a prueba y decides 'tomarla por los cuernos'.
¿Cuál es el sentimiento que experimenta un papá
cuando le confirman que su hijo (que aún no nace), va a tener que luchar por su
vida desde ya, sin siquiera haber abierto los ojos o haber respirado por
primera vez?, o que apenas nazca y empiece a respirar, no solamente se va a
tener que enfrentar al mundo con su cuerpecito pequeño, como todos, sino que además
su vida penderá de un hilo tan delgado, que necesitará de toda tu ayuda y tu
energía para salir adelante uno y cada día del resto de su vida.
¿Alguna vez has sentido esa curiosidad?
¿Alguna vez te pasó por la mente a la hora de querer
convertirte en padre o madre que quizás las cosas no salgan como uno quiere y
espera?
¿Alguna vez viviste en carne propia esta
desagradable noticia y te dio miedo enfrentarla?... no sólo por esa pequeña
criatura que viene en camino y a tu encuentro, sino miedo por ti, por no saber
qué hacer y cómo ayudarlo.
Yo sí. Carlos y yo tuvimos que enfrentarnos a una
noticia así, y a una realidad tan directa y tan cercana que no nos esperábamos
y que nunca pensamos que el destino nos fuera a elegir para algo así.
Y hoy… a más de un año y medio de esa experiencia,
me siento bendecido y profundamente agradecido con el destino y con la vida, con
Dios o con quien esté allá arriba y se encargue de mover los hilos de este
universo, por haberme elegido a mí de entre millones, por haber elegido a
Carlos, por habernos elegido a los dos, una pareja de hombres gay e inexpertos
en el tema de la paternidad, para enfrentar un “paquete” de esta naturaleza,
pues el amor que nació en nosotros hacía esa pequeña vida que venía en camino
se incrementó y se transformó de una manera tan… no sé, especial… que no me
alcanzarían las palabras para describirlo; fue una bomba, sí, pero fue una
sacudida que me hacía mucha falta en mi vida para despertar y aprender que la
vida es incierta, voluble, cambiante, que no se compra, que no se controla, y
para ponerme en acción, y sobre todo para probar mi disposición y madurez ante
este proyecto de jugar a la verdadera vida y tener una relación sentimental con
otra persona de mi mismo género y formar una familia juntos.
Por aquellos días ya íbamos en el cuarto mes de
embarazo y recibimos dos grandes noticias que nos cambiaron el panorama, ese
panorama que de muchas maneras sentíamos que se nos escapaba de entre los dedos
como el agua, al no poder agarrarlo y dirigirlo a nuestro antojo…
Por un lado nos habían dicho que las dos bebitas que
venían en camino eran niñas... ¡WOW! ¡dos princesitas que nos habían elegido
como sus papis y que empezaban a tomar forma, no sólo en el vientre de nuestra “Ana”,
sino en nuestros pensamientos y en nuestros sueños; por fin sabíamos que se
trataba de dos mujeres, dos pequeñas guerreras que ya habían cambiado nuestro
mundo.
Como lo comenté hace algunas entradas atrás, Charlie
quería niños, pues para él la vida de dos papás hombres iba a ser más fácil con
dos hijos varones, pues como hombres, íbamos a poder tener más cosas en común y
no tendríamos que sufrir con vestidos, mayones, moños, trenzas y peinados que
no tenemos idea de cómo realizar, además de los temas propios de la sexualidad y
los cambios hormonales y físicos de las mujeres en las difíciles etapas (para
los padres varones) de las hijas en la adolescencia y la juventud; sin embargo,
al enterarnos que no serían niños y que venía un “paquetote” de dos angelitos
femeninos, luego del pánico y del micro infarto por la noticia, creo que para
Charlie fue una noticia renovadora y muy alegre.
Yo por mi parte brinqué de alegría… ¡VOY A SER PAPÁ
DE DOS NIÑAS!, ¡QUÉ GRAN NOTICIA!. En mi
familia fuimos 4 hermanos hombres, estaba muy acostumbrado a la energía
masculina y siempre quise tener una hija, me moría de ganas por acariciar su
cabello largo y a prender a peinarlo, de escoger vestidos y zapatos, de verla
correr a mis brazos y de abrazarla y llamarla mi “princesa”, y ahora ese sueño
se estaba haciendo realidad ¡Y POR PARTIDA DOBLE!.
La otra noticia fue la mala, la que una de ellas
venía con un problema cardíaco y otras complicaciones muy delicadas en sus
órganos vitales, condición que además hacía crecer a un 90 por ciento la probabilidad de un Síndrome de Down.
¿Y cuál fue el siguiente paso?
Uno que ni yo mismo me esperaba, apretar los puños y
ponernos en guardia, esperando con toda la seguridad de la que dos papás son
capaces de tener: plantar firmemente los pies en el suelo y enfrentar los
golpes del destino para que este loco despiadado no nos tirara con sus
estúpidas sorpresas, así que primero nos miramos a los ojos y nos sonreímos, estábamos
juntos y eso era lo más importante, teníamos el amor, las ganas y la energía
para enfrentar este proceso complicado y para salir adelante con nuestras dos
hijas, una de ellas entre la vida y la muerte y con el riesgo de poner en peligro
el desarrollo de la otra; ahora sólo faltaba orar, hace mucho que no lo hacía y
pedirle a Dios que nos diera fuerza y sabiduría para actuar de la mejor forma y
ayudar a nuestras hijas, informarnos del tema de la Cardiopatía AV y montarnos
en el tren de la aceptación…
¡SÍ, VAMOS A TENER DOS HIJAS Y UNA DE ELLAS TIENE
SÍNDROME DE DOWN!, ¡PERO ES NUESTRA BEBÉ!... ¡BIENVENIDA A NUESTRAS VIDAS HIJA
MÍA, BIENVENIDA A NUESTRO MUNDO MUÑEQUITA HERMOSA,TE ACEPTAMOS Y YA TE ESTAMOS AMANDO,
NO TE DES POR VENCIDA, CIERRA TU
CORAZONCITO ABIERTO Y ESTROPEADO, MADURA TUS PULMONES, TERMINA DE FORMAR TU
ESÓFAGO INCOMPLETO Y DESPEGADO, QUE AQUÍ TIENES DOS PAPÁS Y UNA HERMANA QUE YA
TE AMAN CON TODAS SUS FUERZAS Y QUE VAN A HACER TODO LO QUE ESTÉ EN SUS MANOS
PARA QUE VIVAS Y SUFRAS LO MENOS POSIBLE, QUE TE SIENTAS AMADA, ACEPTADA Y
BIENVENIDA!.
Así empezamos este nuevo camino, pegados al celular
para ver si recibíamos nuevas noticias desde Villahermosa, nos acercamos mucho a ángeles en el camino que nos dieron luz, uno de ellos fue una amiga de
Charlie, una mujer también que desde antes de nacer tuvo que enfrentar a la
vida misma y luchar contra las malas probabilidades que el destino le tenía
pronosticado, pues al igual que nuestra hija, también tenía una cardiopatía que
le detectaron antes de nacer y con la que ha vivido por más de 40 años, ella
fue nuestro respiro, nuestra “palmadita” en la espalda y nuestra chispa de
esperanza, una chispa que le brotaba desde el corazón y que se reflejaba en sus
ojos claros y luminosos.
Cuando yo la conocí en aquella cafetería del Estado
de México y escuché su historia, sonreí… esta mujer es un milagro – pensé- y
además de guapa, es mamá y está llena de vida, su frágil corazón tenía pocas
esperanzas y sin embargo lo siento más fuerte que el de muchos otros, esa maquinita
que no terminó de formarse en el vientre de su mamá, aún le late en su pecho
después de todos estos años y está tan vivo y es tan fuerte ese sonido, que
casi puedo escucharlo como si se tratara de una locomotora que no se quiere dar
por vencida, pues aún no termina su viaje por este mundo.
Por ella, que ha pasado su vida en hospitales y ha
conocido a decenas de médicos de todo el país y del mundo entero, conocimos al director
de cardiología de un hospital pediátrico, le llamamos, le contamos nuestro caso y nos dio una
cita para analizar nuestra delicada situación.
Ese día fue muy complicado, tuve que pedir permiso
en el trabajo para salir un poco antes para cruzar la ciudad y llegar a tiempo
a nuestra consulta con el doctor, era junio y llovía a cántaros, así que llegué
al consultorio empapado y con el alma alborotada, pero con la mente abierta y la
esperanza de encontrar una mano experta en temas cardiacos en bebés, que nos
ayudara a entender la enfermedad a la que nos estábamos enfrentando como
familia, y que nos preparara para recibir a nuestra hija de la mejor manera.
La buena noticia… es que aún había esperanzas y
había mucho por hacer.
Por ahora hasta aquí me quedo, pero cada quincena postearé una
entrada nueva de esta aventura personal que espero te sirva de ayuda, así que
mantente en contacto con nosotros. Te invito a que nos sigas y a que te
suscribas a nuestro blog y seas parte de esta historia.
Recuerda que aquí abajo puedes dejar tus comentarios, dudas, preguntas
y cuestiones que te gustaría tocáramos más adelante.
Saludos y...
Ciao Papis!
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